20.7.09

Parole, parole, parole

Este fin de semana he sido pillada por sorpresa por tres palabras: una bastante fea, otra que ni siquiera existe y una tercera capaz de aniquilar, ella sola, cualquier confianza en el futuro del género humano. Empiezo por la última, que es la que más ruido me trae: wantologist. Este neologismo con el que topé en un artículo de La Vanguardia designa a una nueva raza de profesional formado para decirte a ti, calamidad, qué es lo que quieres en esta vida. Nuestro mundo plastificado ya nos había convertido en inútiles incapaces de hacer un fuego, matar una gallina o insultarnos sin contratar a un abogado, pero esto me parece el colmo. Entre todos la tenían y ella sola meaba, en fin.

Segunda palabra: chozno. Ésta me la encontré aquí y es el nombre que se le da al hijo de un tataranieto. Horrorosa de lo más pero, chico, está en el DRAE.

Y la tercera ha sido cebien. La escribió ayer mi sobrina Núria (6), en el chat, justo después de que yo le anunciara por escrito que hoy pasaría a verla a ella y a su hermana Marina (4), porque se me están quedando antiguos los últimos óleos (sobre estas líneas "Retrato de un padre sin afeitar" I y II, rotulador Vileda sobre madera esmaltada, 75x100). Además de decirme la palabra más bonita de todo el fin de semana, da gusto ver cebien que pintan, ¿verdad?

1 comentario:

Unknown dijo...

"Cebien" que todavía queden palabras bonitas.

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