24.8.09

Pretérito imperfecto

¿Por qué tiene que llegar un día en que lo que siempre nos gustó deja de hacernos gracia? El arroz con leche, Vincent Vang Gogh, el bar de la esquina, los conciertos de punk rock... Un año más, y nada es lo mismo. Ya no me gusta ni Baudelaire. ¿Será que no morimos una sino muchas veces (después del último arroz con leche) y será que nacemos en varias ocasiones (con el primer mel i mató)?

Quizá sea ésta la única manera de que las cosas pasen: que al final pasen de largo. Igual quemar las naves cada cierto tiempo sea la única manera válida de existir.

Ayer volví a morir: antro, alcohol, baile, concierto. El cantante se acercó a ligar y pagó una ronda. Visité el camerino y cargué una Gibson hasta la furgoneta. Y mientras mi amiga y la banda hacían planes de madrugada, salió de mi boca un enorme bostezo. Chicos, yo me voy.

Dos manzanas más tarde, justo cuando empezaba a notar que me dolían los pies, el chico, que me había alcanzado corriendo, se avalanzó sobre mí sin pedir permiso. En sus ojos ponía: "la cocaína pasó de moda". Luego, mirando al suelo, pensé que era la última vez que aquellas zapatillas pisarían la ciudad.

Cuando uno, por fin, consigue abrir los ojos, tiene la obligación de dejar de perpetuar el horror.

(Imagen de La Felguera.)

16.8.09

Lo que de noche se hace

Existen muy pocas cosas en la vida que sean más evocadoras, sugerentes y llenas de posibilidades que las noches centellantes del mes de agosto. Las perseidas, la luna y hasta las luces de los semáforos tienen la culpa de que no me apetezca nada dormir a estas horas. Así que me doy una ducha a las tres y media, corto una rodaja de sandía a las cuatro menos diez, y pienso en ir a dar una vuelta en cuanto acabe de teclear lo que sea que tenga que dejar aquí escrito.

Sé que esto no está bien. Vivir de día y dormir de noche es una de las pocas normas no escritas de carácter universal y por algo será. Mi abuela Fabiana decía: "lo que de noche se hace, de día se ve", con lo que advertía de que al final lo único que cuenta es lo que piensas de todo al día siguiente (aunque ese "todo" significara una sola cosa). Como sea, estas muestras de comunión entre sabiduría de aldea y pensamiento global me calan muy hondo, más cuando mañana es el cumpleaños de mi mejor amiga y me gustaría pasarlo despierta. Así que nada de meterme en la cama con los primeros rayos de luz. A las ocho de la tarde mataré por un colchón, claramente, pero quizá sea el principio de mi vuelta al mundo de los vivos y reencuentro con la realidad, para lo bueno y para lo malo.

Muchas felicidades, Sara.

(Foto de W. Eggleston.)

9.8.09

Post adolescente lamentable

Un cuarto de hora después de ver esto, en cuanto se me ha pasado el primer ataque risa, he entendido lo del sábado pasado. (Para ser sinceros primero he pensado: "Hay que ver cómo van estos de eme" y después me he acordado de una canción de Ultraplayback llamada "Mal dance"; pero luego sí, lo he entendido y se me han quitado las ganas de chistes.)

El sábado, decía. El sábado acabé en una fiesta de rebote. Una de esas cenas en la terraza de alguien a la que nadie te ha invitado directamente. Qué queréis que os diga; que iba en buena compañía, que no tenía nada mejor que hacer y, bueno, supongo que media docena de cervezas podrían redondear el argumento. Todos los que estaban allí eran amigos o parientes de un famoso local, también presente, y yo pronto me lié con las sardinas a la brasa, la gente y una cuantas cervezas más. Todo estupendo hasta que solté un comentario (innecesario del todo) que me relacionó con el periodismo, a partir del cual el famoso no volvió a dirigirme la palabra. Al irse, se despidió de todos menos de mí.

Hasta hoy no había entendido nada. Pero ahora caigo en que si, como ya dije, los escritores son unos pusilánimes, los periodistas/críticos culturales son unas sanguijuelas. Como en el vídeo de arriba, todos acudimos donde sea que alguien se lo pasa teta, a quedarnos con el rollo, a llevárnoslo por la cara, a apuntarnos el tanto o a ver si se nos pega, normalmente sin aportar. Aparecemos cuando algo empieza a ir muy bien o muy mal, o sea, que llegamos cuando en realidad ya no hacemos ninguna falta.

Hace ocho años dejé la psicología porque, sobre todo, no quería convertirme en une voyeuse de la vida. Pero aquí me tenéis, vuelta a caer del mismo peral y sin saber todavía para qué cuernos me levantaré algunos días de la cama.

(La foto la he raptado de aquí.)

6.8.09

La contrarréplica


"Tú fuiste hippie. Nosotros no tenemos valores y vosotros sí.
Pero vosotros habéis fracasado en vuestra revolución
y por eso nosotros somos nihilistas y pragmáticos.
Te lo he explicado ya muchas veces, papá.”


Silvia Abascal a Tito Valverde en “Pepa y Pepe”, cap. 2.


La primera bofetada de mi vida me la dio Mónica a los 7 años de edad, ya no recuerdo por qué. Ella misma fue quien me dijo, con sólo 8 años pero más que consciente de estar aniquilando mi infancia, que los Reyes eran los padres. Cuando teníamos 9 cogimos piojos a la vez y, a pesar de aquel champú atroz que nos dábamos a diario de rodillas y con los pelos volcados en la bañera, tardamos más de dos meses en despiojarnos porque cuando una se los quitaba de encima la otra, medio en broma me dio en serio, se los volvía a pasar. Debíamos de tener 10 cuando hicimos nuestra primera pintada callejera y empezamos a robar en la tienda de caramelos. Con 11 descubrimos qué era un condón profanando el cajón de los calcetines de su padre. Y con 12, ya calzadas con deportivas de marca, adoptamos, bautizamos, discutimos la custodia y abandonamos en la misma tarde a un pobre gato que pasaba por ahí.

Mónica era capaz de las bromas más crueles porque no conocía la mala conciencia, pero yo podía dejar de hablarle durante todo el tiempo que hiciera falta hasta que me pidiera perdón, sin dejar de jugar en su mismo grupo durante el recreo o incluso caminando a solas con ella por la calle, del colegio a casa y de casa al colegio durante días y hasta semanas. Fuimos todo lo que nos dejaron ser: egoístas, caprichosas, presumidas, orgullosas, irrespetuosas, impulsivas… La misma basura posmoderna, por mucho que a los 13 mis pósters fueran de Guns’n’Roses y los suyos de New kids on the block.

Mónica acaba de ser madre y ya tengo ganas de conocer a David. Pero no puedo dejar de preguntarme cuál va a ser nuestra contrarréplica.

Books'n'roll